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ENTREVISTA CON BORIS CYRULNIK*
LAS LLAVES DE LA FELICIDAD
El autor de Una maravillosa desdicha, psiquiatra y etólogo, explora encompañía de Claude Weill la geografía compleja de la felicidad, sus pistasfalsas las certezas demasiado confortables de las ideologías, de las sectas, delos fanatismos y sus verdaderas conquistas. Su conclusión: la felicidad no esun estado, sino una aventura. Para alcanzarla hay que “desatar las velas ynavegar”. Nouvel Observateur: Usted ha escrito mucho sobre la aptitud para ser felices de aquellos que la vida parecía condenar a la desdicha, aquellosque llamamos “resilientes”, rescatados de la desgracia.1 Igualmente ustedha escrito mucho sobre la inaptitud para la felicidad de aquellos que,como se dice, “tienen todo para ser felices”. En el fondo, ¿qué es esteestado que denominamos felicidad? Boris Cyrulnik: Comenzaré con una anécdota. Un día un laboratorio me solicitó dar unos cursos postuniversitarios a médicos generales. Yome propuse anotar durante dos meses las frases divertidas o penetrantes Entrevista realizada por Claude Weill, Nouvel Observateur No. 1939, enero 3 del año2002. Traducción de William González V.
Boris Cyrulnik es un neurólogo, psiquiatra y etólogo de origen francés. Autor demuchos libros, entre otros, Sous le signe du lien, Hachette, 1989. Les nourrituresaffectives, Odile Jacob, 1993. L’Ensorcellement du monde, Odile Jacob, 1997. Unmerveilleux malheur, Odile Jacob, 1999. Les vilains petits canards, Odile Jacob,2000. Es conocido por sus innumerables trabajos sobre las interacciones afectivas, loscomportamientos humanos y animales (Etología) y la “resiliencia”: la “reparación” delos grandes heridos de la existencia (huérfanos, niños maltratados, etc.). Él mismo esun buen ejemplo: cuando tenía 5 años, sus padres fueron deportados a Auschwitz.
Más tarde fue arrestado y logró, sin embargo, evadirse. Fue acogido posteriormentepor el servicio de asistencia pública y llevado al campo en Francia, donde trabajó comosirviente en una finca hasta los 11 años, fecha en la que encontró una verdadera familiaque lo acogiera. Es, tal vez, esta historia la que hace de Boris Cyrulnik el más humanoentre nuestros pensadores vivos: un antimandarín. Vive en La Seine sur Mer (Var), endonde ha tomado parte en la movilización ciudadana contra el Frente Nacional, partidode extrema derecha dirigido por Jean-Marie Le Pen y contra Jean-Marie Le Chevallier,alcalde de Toulon, que pertenece al mismo movimiento.
CYRULNIK, Boris. Un merveilleux malheur. Odile Jacob, 1999. Y Les vilains petitscanards. Odile Jacob, 2000.
de mis pacientes, para comentarlas con los médicos. Llené así variaslibretas. Entre las frases, había una que se repetía regularmente y quesiempre anotaba con la misma extrañeza: “A menudo conocí la dicha,pero nunca me hizo feliz”. ¿Cómo explicar esta frase? “A menudo conocí la dicha”: dicho de otra manera, conocí situaciones que correspondían a la idea, a la anticipación que yo tenía de lo que eranecesario para ser feliz. Siendo pobre, sueño que si fuera rico, sería feliz.
Siendo lisiado, sueño que si tuviera mis dos piernas sería feliz. O aún más–pienso particularmente en un paciente: “Si apruebo el concurso (y loaprobó. Fue admitido en una Grande Ecole2 ), si soy nombrado en elMidi3 (y fue nombrado en el Midi), si puedo trabajar en esta empresa(fue nombrado en esa empresa) yo sería feliz”. Él realizó esas porcionesde sueño, por lo tanto “conoció” la dicha. y sin embargo no era feliz, yaque en el curso de su historia personal, había aprendido a no ser feliz.
Cuando era niño, sus padres estaban ausentes muchas veces; así quehabía vivido largos periodos de aislamiento, refugiándose en los librospara escapar del sufrimiento. Lo que se impregnó en su memoria, erauna manera insegura de amar: “nadie puede amarme, no soy amable; la prueba es que aquellos que amo me abandonan para irse a recorrer elmundo. Así pues, que si por desgracia amo a alguien, me dejará”. Comoera un muchacho inteligente, había podido esconder su miedo de vivir ysu miedo a la sociedad convirtiéndose anormalmente en buen estudiante.
Gracias a esto había realizado sus sueños. y sin embargo era desdichado.
Porque su memoria estaba impregnada de una inaptitud para ser feliz.
Nouvel Observateur: ¿Tal vez era desdichado, no a pesar de sus éxitos sino a causa de ellos? No hay una forma de desgracia o de no-dicha, que resulta de la realización de nuestros sueños que nos deja carentesde deseo? Boris Cyrulnik: Mucha gente, en efecto, se pone triste después de realizar un proyecto. Los estudiantes, al día siguiente de un examen,dicen: “estoy vacío, no tengo nada que hacer hoy”. Ellos encuentranrápidamente otra cosa que hacer, ya que son jóvenes y tienen placeres einquietudes: cosas con las cuales llenar una vida. Pero muchos se deprimen después de un acto cumplido. Un amigo, que acababa de realizar unabella exposición de pintura, recientemente, me dijo: esto es para mí una dicha, y sin embargo sé que voy a tener seis meses de depresión.
Grande École. Son centros de formación universitaria para la investigación avanzada.
(N.d.T.) Midi: conjunto de las regiones meridionales de Francia. (N.d.T.) Nouvel Observateur: ¿no podría extenderse el razonamiento y decir que nuestra sociedad es “depresiva”, según las palabras empleadas porTony Anatrella, ya que realizó las grandes aspiraciones colectivas de laPostguerra? La mayoría de nosotros, vivimos hasta muy viejos y conmejor salud, comemos bien, estamos al abrigo, nos calentamos en inviernoy nos refrescamos en verano, estamos asegurados contra lasenfermedades, el desempleo, la vejez, tenemos carros y aviones paradesplazarnos, tenemos vacaciones varias veces al año.Todo eso quellamamos progreso, parecía un sueño inaccesible a nuestros bisabuelos.
Y, sin embargo, vemos cada vez más a la gente sucumbir en lo que AlainEhrenberg denomina “la fatiga de ser uno mismo”.
Boris Cyrulnik: Todo lo que usted dice es verdad sin duda alguna. Y podríamos seguir con la enumeración: las mujeres controlan la fecundidad,es decir, pueden convertirse en personas, participar en la aventura social.
Los resultados sexuales son mejores que antaño, y mejor compartidos.
Antiguamente, en el acto sexual, era un hombre quien obtenía placer conuna mujer ansiosa. Hasta los años 70 dos de cada tres mujeres eranfrígidas o insatisfechas. Hoy menos del 15%. En el 86% de los casos, es un hombre y una mujer quienes comparten su placer. Se trata de unprogreso inmenso, debido al control de la fecundidad, es decir, gracias aun descubrimiento técnico, seguido de una ley social.
Pero eso es el bienestar no la felicidad. Hay una fábula de Péguy que me parece hermosa: la fábula de los picapedreros. Charles Péguy va enperegrinaje a Chartres.4 Observa a un tipo cansado, que suda y que picapiedras. Y le pregunta: “¿qué está haciendo señor? -Acaso no ve, pico piedras; es duro, me duele la espalda, tengo sed, tengo calor. Practico unsub-oficio, soy un sub-hombre”. Péguy continúa y ve más lejos a otrohombre que pica piedras, que no se ve tan mal. “¿Señor qué hace?-Gano mi vida. Pico piedra, no he encontrado otro oficio para alimentar ami familia, estoy muy contento de tener éste”. Péguy continúa su camino y se aproxima a un tercer picapedrero que esta sonriente y radiante y le hace la misma pregunta, y este responde: “yo señor, construyo unacatedral”. El hecho es el mismo, la atribución de sentido es completamente diferente. Esta atribución de sentido viene de nuestra propia historia y denuestro contexto social. Cuando se tiene una catedral en la cabeza, no se Catedral del siglo XII, ubicada en la región de Eure et loir. (N.d.T.) Nouvel Observateur: Así pues, el sentido de su apólogo es: el malestar no es la infelicidad. Para ser feliz, es necesario un proyecto que dé sentidoa nuestra existencia.
Boris Cyrulnik: Cuidado, el bienestar es importante: si sufrimos físicamente, si tenemos hambre, si estamos en duelo, no somos felices.
Por lo tanto, no idealicemos el pasado. Antes, uno de cada dos niñosfallecía en el primer año. Los niños morían de diarrea, las mujeres dehemorragias y los hombres morían más tarde, generalmente, deinfecciones. Sólo el 2% de la población alcanzaba nuestra esperanza devida. La gran mayoría vivía en la desgracia constante, en el sufrimientoinmediato. Puesto que cuando uno está atrapado por un sufrimiento, sees prisionero de lo inmediato: no se tiene la posibilidad de soñar, deelaborar. “Elaborar” es la palabra importante.
Pero a la inversa, cuando los problemas materiales están aparentemente solucionados, si el contexto familiar y social no tiene sentido,el individuo no puede construir su identidad: “no puedo saber lo que soy,lo que quiero, lo que valgo sino en el encuentro y en la confrontación con otros. Voy a la escuela, papá y mamá son simpáticos, la comida estáservida, tengo una pieza para mí, un televisor y sin embargo no sé quiénsoy. Tengo el bienestar, más no la felicidad. No tengo ninguna cuentaque arreglar con la vida, ningún proyecto que realizar, nada que contar.
Ya que jamás he tenido la ocasión de alcanzar una sola victoria. Entoncesme identifico con héroes efímeros, un cantante del cual olvidaré su nombreseis meses después, un futbolista que me hará gritar como si estuvieraen trance.” Lo efímero.
“Hasta que llegue un día un acontecimiento, una experiencia que me identificará”. Eric Zorn dice que se sintió vivo por primera vez el día quele anunciaron que tenía cáncer. Y Cyril Collard: es bello, tiene una familiaadorable, entra a la Central con el primer esfuerzo, y no sabe quién es.
Él dice: “descubro quién soy a partir del momento en que comienzo adrogarme y a tener sexo sin protección. Porque hasta ahora, sólo heescrito una biografía con páginas blancas”. Yo sé que voy a ofender amuchas personas diciendo ésto, pero muchos jóvenes se hunden en ladroga simplemente por eso: para vivir algo, para ser alguien. Por otra parte, existen adicciones sin droga: el juego, el sexo, el amor.
Nouvel Observateur: Usted evocaba el caso de Zorn. Es un fenómeno muy conocido por los médicos: en una existencia donde no sucede nada,paradójicamente, la enfermedad puede hacerlo feliz, ya que permite contar su vida a otros, poner su vida en un relato.
Boris Cyrulnik: Esto es lo que Paul Ricoeur llama “la identidad narrativa”. A partir de los 6 años, desde el instante en que soy capaz dehacer un relato de mi vida, construyo lo que soy. Pero lo hago en elencuentro: con los otros y con los acontecimientos –nadar, saltar desdeun risco o estar enfermo.
Nouvel Observateur: Lo que explicaría que nuestra sociedad, en términos generales en buena salud, esté al mismo tiempo acosada por laenfermedad, capturando hasta el más mínimo síntoma, el cual habríasido considerado sin importancia en el siglo pasado. Dicho de otra manera,¿entre mejor se esté, más incapaz se es de gozar de nuestra salud? Boris Cyrulnik: Desde luego. El mismo razonamiento puede hacerse con relación a la violencia. No hay una sola sociedad que se hayaconstruido sin violencia. La noción de violencia, cuando uno está inmersoen su interior, no es ni siquiera pensada; no tiene relevancia, es normal.
El hecho que hoy ya no sea soportada es una prueba de los progresosrealizados.
Igual sucede con el maltrato. En la época en que se consideraba como normal e incluso moral maltratar a los niños, no se empleaba lapalabra “maltrato”, se decía “educación”. El látigo, que acaba dedesaparecer, era vendido en las droguerías y se pensaba que era buenohacer daño a los niños. Conocí personas de mi edad que crecieron eninstituciones religiosas: a los sujetos malos se los encerraba en un calabozo durante varios días, sin luz y sin comida. Era así, como se creía, quehabía que adiestrar a los niños, sino se convertirían en perversos, ladronesy mentirosos. Hoy, se le avisaría a la trabajadora social y los curas serían enviados a prisión. En estos casos, igualmente, la dimensión que adquiereel maltrato, muestra el progreso alcanzado.
Nouvel Observateur: Se puede extender el razonamiento, y decir que ¿el grado de insatisfacción, de angustia y tal vez de infelicidad aumentaa medida que nos aproximamos, asintómaticamente, a un ideal inalcanzable? Dicho de otra manera, ¿cuanto mejor está la sociedad,peor la gente? Boris Cyrulnik: Más bien piensan que están mal. Ya que se necesita una representación de la felicidad y de la desdicha, y ésta es la funciónde los artistas, de los periodistas, de los que fabrican el discurso social.
Creo que muchas peronas son, sin saberlo, felices o desdichadas.
Nouvel Observateur: Hay señales objetivas: como por ejemplo el consumo de ansiolíticos. ¿Cómo explicar que Francia tenga el récord eneste campo? Boris Cyrulnik: Pienso que en Francia esto se debe al desarrollo de un discurso que busca hacer creer que podría existir una fórmula químicade la felicidad. Muchos conocimientos médicos o farmacológicos apoyanesta idea. Existen componentes biológicos, neurológicos, de la felicidad yde la desdicha. Hay sustancias que provocan euforias, como la cortisona;y otras que producen rabia, como las anfetaminas. Pero nos dejamosdeslumbrar por algunas victorias de la investigación y concluimos que lafelicidad y la desdicha eran atribuibles a determinantes biológicos, lo cualno es cierto.
Nouvel Observateur: De allí la moda del Prozac.
Boris Cyrulnik: Que funciona bien, incluso sorprendentemente bien, con muy pocos efectos secundarios. Menores a los del vino o el cigarrillo.
El drama está en que nuestra cultura tecno-industrial, para erradicar ladesdicha, ofrezca una solución molecular, cuando sabemos que lassoluciones son afectivas y culturales.
Nouvel Observateur: Volvamos sobre la distinción bienestar/felicidad.
¿Qué se necesita para pasar del uno al otro? Boris Cyrulnik: El bienestar es lo inmediato, es la percepción: “me alimento bien, me siento bien, no tengo hambre, no tengo miedo”. Lafelicidad existe sólo en la representación, es siempre el fruto de unaelaboración. Hay que trabajarla. Está en otro lugar, en otro tiempo, escasi una utopía. Pero hay utopías fundadoras. Pueden ser fundadorasdel delito (creo incluso que la mayoría lo son). La utopía es unarepresentación que provoca un sentimiento que podemos experimentaren lo real. Enunciar una utopía seductora provoca una representaciónque no existe, tal vez, más que en la verbalización, pero que tiene, sinembargo, efectos sobre lo real. Y que nos hace felices. Todo el mundo utiliza esto, los partidos políticos, las iglesias, las sectas (“todos moriremos,pero nosotros, gracias a nuestro ritual, viviremos después de la muerte y conoceremos el paraíso”) e incluso los vendedores de carros.
Nouvel Observateur: ¿Así pues nuestra sociedad depresiva no estaría enferma a causa de su presente, sino de su futuro? Boris Cyrulnik: Más bien de su falta de representación del futuro. Yo hice mis estudios en una época en que la medicina ascendía. Era un éxtasisconstante. Había salas con 60 camas. Las condiciones de vida de losenfermos en los hospitales eran innobles. Vivían entre las infecciones y losexcrementos. Debí desesperarme. Pero yo no vivía en esa realidadasquerosa: vivía en la utopía del progreso. Me decía: encontraremosmedicamentos, nuevas técnicas. Es en estos últimos años que nos hemosdado cuenta que no hay ni un solo progreso que no tenga efectos indeseables.
Mucho tiempo se creyó que el progreso era lineal, que todos los problemastendrían solución mañana. Y esta creencia embelleció mi vida.
Nouvel Observateur: “La idea de progreso entró en decadencia”, decía Octavio Paz. ¿Piensa Usted que es esta crisis del progreso la quebloquea nuestra proyección hacia el futuro? Boris Cyrulnik: Diría casi lo contrario: es la ausencia de proyecto lo que provoca la crisis del progreso. Anteriormente, la mayor parte de loshombres pasaban sobre la tierra como por un valle de lágrimas. Estaidea fue central hasta la Revolución Francesa. En el discurso cristiano había dos paraísos: el paraíso antes del pecado y el que se encontraría alfinal de los tiempos. Sólo se podía ser feliz antes de la vida o después dela muerte. Llega la Revolución Francesa: “la felicidad es una idea nuevaen Europa”. A partir de esta frase de Saint-Just,5 la felicidad ya no esmetafísica, se convierte en un proyecto social, en algo accesible. Es un objetivo, y va a ser necesario que nos unamos. El odio nos unirá contralos aristócratas, contra los curas o, después, contra los capitalistas, quenos han reducido al estado de acompañantes de las máquinas. Yo conocí esto en la región de la Seyne, cuando era médico, en el Centro MédicoSocial: los hombres descendían a los tanques de los barcos petroleros alas cinco de la mañana con un fiambre en el morral, y volvían a salir a lascinco de la tarde. Volvían a sus casas atontados, bebían un litro de vinoque les servía de somnífero y de tranquilizante, después se dormían.
Durante decenas de años hacían lo mismo. Algunos de estos hombres no resistieron: depresión, agotamiento, suicidio. Muchos soportaronverdaderas torturas físicas, el calor, la sed, gracias al discurso social que los glorificaba: “Yo, señor, tengo una mujer y tres niños”. Porque teníanun proyecto: “haremos un paro, nos uniremos y los trabajadores mejorarán sus condiciones de existencia”. Esta utopía provocó en ellos unarepresentación del futuro que los hizo felices.
Político francés (1767-1794). Miembro del comité de la salvación pública, ambicioso y dominador. Fue ejecutado con Robespierre a quien apoyaba. (N.d.T) Nouvel Observateur: ¿Se podría ser más feliz en un valle de lágrimas Boris Cyrulnik: No, pero se puede soportar un valle de lágrimas si se tiene un proyecto que realizar, de la misma manera que se necesita unproyecto para no morir de aburrimiento en un río en calma, se necesitauna utopía.
En una cultura de la utopía, que reposa sobre una representación del tiempo futuro, se puede aceptar la duración del sufrimiento. En nuestracultura de lo inmediato no se acepta la espera. El sufrimiento, la angustia,deben desaparecer enseguida: los deseos deben ser satisfechos de manerainmediata. Y esta cultura de lo inmediato conlleva a la frustración, esdecir, a la agresión y a la acrimonia.6 Puesto que las cosas necesitan deduración para tener sentido. Si no, se está en una búsqueda extraviadadel goce, como sucede con Don Juan o con el drogadicto.
Nouvel Observateur: ¿Tal como lo hace Pascal Bruckner, diría usted igualmente que “la ideología de la felicidad”, la conminación que se nos hace de ser siempre jóvenes, bellos, de estar en buena salud, productivos,induce mecánicamente al sentimiento de desdicha?7 Boris Cyrulnik: Yo diría más bien de frustración y de amargura: desde que se deja de gozar, lo real adquiere un gusto amargo. La búsqueda de lafelicidad inmediata destruye la catedral que tenemos en la cabeza. Es poreso, que a pesar de mejorar realmente nuestras condiciones de existenciay nuestros sistemas de protección, hay cada vez más depresivos y agrios.
La OMS prevé que la depresión será la enfermedad del siglo XXI.
Nouvel Observateur: Necesitamos utopías, según usted. Pero hoy éstas producen miedo y con razón: de la revolución de Octubre al 11 deSeptiembre de 2001, pasando por Nuremberg, la historia nos ha enseñadoque las utopías producen, sobre todo, desgracia.
Boris Cyrulnik: Ellas son al mismo tiempo necesarias y peligrosas.
Crean un mundo de representación que nos hará felices. Los participantes de las sectas son felices, en un primer momento. Los miembros del FrenteNacional8 son felices. Y los nazis, ¡ni para que hablar! Observe las películas de Leni Riefenstahl: esos individuos jóvenes y bellos, orgullosos de ser rubios, delgados, musculosos. se trataba de una utopía criminal, pero ¡si Acrimonia: viene del latín acrimonia. Es una disposición al mal humor. (N.d.T.) BRUCKNER, Pascal. L’Euphorie Perpétuelle. Grasset, 2000.
que los hizo felices! Y la utopía comunista, en mi opinión, ha sido tambiéncriminal. Pero hizo feliz a muchos corajudos proletarios que recuperaronsu dignidad gracias a ella. Cuando yo estaba en la Juventudes Comunistas,¡era formidablemente feliz! Hasta el día en que me enviaron a Rumaniay a Hungría por lo buen militante que era. Un tío que era muy joven medio direcciones de amigos que tenía que visitar allí, se trataba de veteranosde la Resistencia. Fui hasta ese lugar. Todos habían desaparecido, habíansido capturados por la policía. Comencé entonces a dudar, hice preguntasy lo real destruyó mi utopía. Abrí los ojos y eso me convirtió en desdichado;ya que perdí una bella esperanza, un bello relato, noviecitas, amigos,noches de teatro, compromisos “US go home”, todas esas cosas quehabían encantado mi juventud.
Nouvel Observateur: ¿Fue la utopía lo que usted perdió? ¿O la camaradería, las reuniones de célula, la venta del periódico L’Humanité,es decir, el sentimiento de pertenencia? Boris Cyrulnik: Yo habría podido conservar ese sentimiento de pertenencia (tenía dieciséis años) si los mayores a quienes yo hacía preguntas hubieran aceptado dudar y sorprenderse conmigo. Elsentimiento de pertenencia como la utopía, es delicioso y peligroso. Nosayuda a identificarnos. Pero cuando este sentimiento de pertenencia escerrado, trae consigo el desprecio por los demás, la ausencia de empatía,y puede conducir al crimen. “Si yo pertenezco a la raza de los señores, que importa que los judíos mueran, que los gitanos mueran, después detodo no son completamente hombres. Vamos a purificar el mundo y esoestá bien”.
Nouvel Observateur: ¿Por qué el sentimiento de pertenencia produce Boris Cyrulnik: Opera como el mito, más el afecto. Yo estoy en un mundo confuso, no se lo que está bien ni lo que está mal. No se lo que me volverá fuerte. Y de pronto llega alguien, un fabricante de mitos, quepuede ser un filósofo, pero que muchas veces es un soldado o un cura.
Observo un movimiento de masas alrededor mío, que hace que estehombre sea iluminado por la mirada de los demás. Tiene un discurso –religioso, filosófico, científico– gracias al cual el mundo será al fin claro:ahora se lo que está bien y lo que está mal, dónde están los hombres y Partido político francés de extrema derecha. (N.d.T.) dónde las mujeres, dónde están los buenos y donde los malos; el mundoestá categorizado. Además, hay ritos que permiten ir a escuchar a estehombre maravilloso. No conozco mito sin rito. El contenido de su discursonos importa un pepino. Los discursos de Hitler casi no se entendían.
Pero la escenografía provocaba un transe colectivo. Le Pen9 encontrócasi lo mismo: pasa en medio de la masa ordenada (una masa comunistano habría estado ordenada), hay hombres bellos, bien vestidos, losreflectores lo enfocan, lo siguen, cada vez más luminoso; sube una granescalera; se voltea, abre los brazos. Los tambores suenan, los estandartes(oriflammes10) se mueven. Y lloro.
Recuerdo un paciente que era realmente desdichado. No tenía ni familia, ni oficio, ni proyecto. No tenía nada. Estas son las psicoterapiasmás difíciles. El muchacho creía poder calmar su desdicha bebiendo, loque, evidentemente, agravaba todo. Un día, lo vi llegar tranquilo y medijo: estoy mejor, dejé de beber, entré al Frente Nacional. Él encontró unlugar de pertenencia, unas categorías mentales que le permitían organizarsu mundo, ritos de interacción. Este muchacho se volvió feliz.
Nouvel Observateur: ¿Entre más cerrado y sectario es el grupo, es Boris Cyrulnik: Sin duda. El racismo, el fanatismo, la intolerancia, son euforizantes. Esta es la clave de las sectas o de los partidosextremistas. El cáncer de la democracia es la duda, puesto que se discutetodo. Por lo tanto angustia. El racismo hace feliz. Usted se da cuenta:“no tengo nada que hacer, nada que probar. Soy blanco, nací en un buenlugar y en una buena familia, pertenezco a la esencia humana superior”.
Esta es la aristocracia de los despreciables. Yo vacilo al decir esto, peroasistimos hoy a un fenómeno comparable en los barrios: “Soy un niñonacido en la periferia, no tengo trabajo, hablo mal el idioma, no participoen la aventura social y cultural: soy humillado”.
Nouvel Observatur: “Siento odio”, como dicen.
Boris Cyrulnik: El odio que me permitirá reparar mi autoestima herida.
Es maravilloso poder odiar a alguien.
Jean-Marie Le Pen: principal dirigente francés del partido político de extrema derecha denominado “Frente Nacional” (N.d.T.) 1 0 Oriflamme: Estandarte de forma cuadrada y color rojo, adoptado por los reyes de Francia del siglo XII al siglo XV. (N.d.T.) Nouvel Observateur: ¿El odio hace feliz? Boris Cyrulnik: Sí, en la medida en que, como el mito, categoriza: bien/mal, negro/blanco, ellos/nosotros. Y además refuerza el sentimientode pertenencia: el amor del semejante y el odio del diferente. “Tienes elmismo enemigo que yo: gracias al odio, nos amaremos”. Es esto lo quevemos en los barrios, en donde estos muchachos atacan los símbolos delorden social establecido: las patrullas de los policías, los bomberos, loscarros. He tenido muchas veces la ocasión de discutir con ellos; meaterra su euforia, la misma de los racistas después de una emboscada.
La violencia y el odio tienen un efecto antidepresivo, euforizante,unificador. Es en los grupos de pertenencia humillados donde se encuentranlos héroes más magníficos.
Nouvel Observateur: ¿Qué es un Héroe? Boris Cyrulnik: Alguien que tiene la función de reparar la identidad de un grupo humillado, “reparar su herida narcisista”, como dicen lospsicoanalistas. El héroe me representa, pertenece al mismo grupo que yo: en cierta medida es un poco de mí. Su valentía es la mía. Hoy elMedio Oriente está lleno de héroes. Héroes bellos, muy valientes,totalmente sometidos a un discurso social, prestos a morir por larealización de esta utopía “yo, candidato al martirio, no sólo voy a reparara mi pueblo humillado, sino que, si por fortuna muero seré aun más amado –aún vivo– después de mi muerte. Gracias a mi sacrificio heroico viviréeternamente en la representación”. Esta es la trascendencia perfecta.
La vida es la des-dicha (mal-heur11), no les interesa. Lo que es interesante para ellos, es lo absoluto, la gran felicidad del fanático. Se está más alláde la euforia: se está en el éxtasis, que roza el sufrimiento extremo.
Nouvel Observateur: ¿Todo el mundo puede convertirse en fanático, Boris Cyrulnik: Los extasiados, los místicos, por ejemplo, son personas muy ansiosas. El éxtasis es un mecanismo defensivo. Yo pienso que son personas que no soportan el malestar de la duda. ¿Dónde está el bien,dónde está el mal? Esto no es claro. ¿Son los Palestinos o los Israelíes 1 1 Boris Cyrulnik juega en este punto con la palabra malheur que significa desdicha. En su respuesta él divide la palabra en mal-heur, sin duda para indicar la “mala” “hora” (siagregamos una “e” a “heur”), es decir, inoportuna. Hemos traducidos por des-dicha, para indicar algo sin dicha, que no alcanza la dicha. (N.d. T.) quienes tienen razón? Eso depende. todos vivimos en la duda y en laambivalencia. Por mi parte encuentro muy tranquilizador que la gentedude. Puesto que la ambivalencia es fuente de conflictos, de debates yde evolución. La ambivalencia nos permite tomar en cuenta a los demás:“Yo quiero comprender lo que él piensa, por qué me agrede, tal vez éltiene sus razones”. La duda puede ser también fuente de angustia. Losque, entre nosotros, no han adquirido un mecanismo tranquilizador decontrol de la angustia, sufrirán hasta el momento en que alguien –BenLaden u otro– les aporte al fin la verdad. Es así como nacen loskamikazes.
Por el contrario en una sociedad en paz, habituada a vivir en lo inmanente y lo relativo, los héroes son un poco anticuados: El Saint-Cyriens (el especialista militar) que está presto al asalto con unaametralladora y un casco con plumas de color rojo y gris, guantes blancos,es para nosotros hoy ridículo. Nosotros tenemos héroes instantáneos:Zidane, Kouchner, Lady Di. Un grupo que necesita héroes pequeños nohará odiseas, pero es un buen signo: eso quiere decir que vivimos un presente aceptable. Eso quiere decir también que no tenemos la mismaidea de felicidad.
Nouvel Observateur: “Hay dos cosas que el hombre detesta, escribió uno de sus colegas psicoanalistas: la felicidad y la libertad.” Boris Cyrulnik: Está dicho de una manera un poco abrupta, pero creo que es verdad. Si la libertad es una utopía, proporciona felicidad.
Las utopías de la liberación son maravillosas. Pero la libertad esangustiante, ya que nos hace responsables de nuestras elecciones.
En Portugal, bajo el régimen de Salazar, había mucho sufrimiento, pobreza, desapariciones, pero no había angustia. Si todo andaba mal, sesabía quien era el responsable: los militares decían que eran los comunistas;la gente del pueblo decía que eran los curas y los militares. Había unautopía que les daba esperanza, pero sobre todo, había ritos de interacción.
La gente del pueblo se encontraba a escondidas, se ayudaba, discutía.
Eso creaba vida, vida con sentido. Cuando Salazar murió, fue necesarioaumentar las consultas para la angustia, no estaba el salvador para expiar las faltas, no había un totalitario que dijese donde está la verdad, no había más enemigo que combatir para que al fin se pudiese vivirmaravillosamente: la gente se convertía en dueña de su destino. La angustia aparecía junto con la libertad.
Nouvel Observateur: Hoy nuestra sociedad no lucha por la libertad, si no por el tiempo libre: las 35 horas de trabajo, las vacaciones. Paramucha gente, trabajo = desdicha; distracciones = felicidad. ¿Cree usteden ésto? Boris Cyrulnik: La búsqueda de la felicidad inmediata conduce a la frustración. La gente en vacaciones, cuando se le impide gozar, tienereacciones muy agresivas. Si se construye una civilización de diversionessin sentido, yo temo que nos volvamos cada vez más agresivos. Por elcontrario, se puede inventar una cultura de las 35 horas de trabajo. Apuestoa que aquellos que se beneficiaran de esta nueva moral de la felicidad,serán quienes tienen una doble vida, organizada alrededor de dosproyectos: un proyecto social (hay que ganarse la vida) y un proyectopersonal (intentar una bella aventura).
Nouvel Observateur: Muchas personas pasan su vida imaginando cuan felices serán durante su jubilación. Y cuando llega, se hunden en ladepresión.
Boris Cyrulnik: En el momento de la jubilación se observan descompensaciones sorprendentes. Pienso en ese hombre que me dijomurmurando: “Desde que estoy jubilado ya no soy nadie”. Este es elejemplo del tipo que había invertido todo en su trabajo. Pero si el futuro está en la doble vida, la jubilación puede convertirse en una promoción.
Aquellos que tengan otro proyecto de existencia, podrán realizarse.
Nouvel Observateur: Mucha gente vive con un sueño de felicidad: “si pudiera dejaría todo y me iría a vivir en Provenza. Allá, viviría conmuy poco, comería ensaladas, tendría todo el tiempo para mí y mi familia”.
¿Este sueño, que muy pocos realizan, les ayuda a vivir o hace crecer susentimiento de frustración? Boris Cyrulnik: Hay que distinguir entre la fantasía y la mitomanía.
La fantasía es un mecanismo de defensa precioso: “estoy triste, mi patrón me exaspera, mi mujer me enerva; si estuviera en Forcalquier,12 seríamaravilloso, mi mujer sería adorable, nuestra relación se renovaría, desayunaríamos en la terraza.” En fin, toda la fantasmagoría. Este esun mecanismo eficaz porque, sacando a la gente de lo real, les permite 1 2 Forcalquier, está situado en los bajos Alpes. (N.d.T.) sentirse bien, a pesar de estar en una realidad agresiva. El problema estáen introducir la fantasía en lo real: realizar una parte de esta fantasía.
“¿No puedo pagarme una casa en Fourcalquier? Pues bien, pagaré dosdías en un hotel de los Alpes de Alta Provenza, que me permitiránaguantarme aún tres meses en ese oficio que detesto”. La fantasíamodifica lo real y lo hace aceptable.
La mitomanía es un mecanismo diferente. El sueño está cortado de la realidad sensible e incluso no debe adaptarse a ella. Ya que el sueño estan bello y la realidad tan miserable que lo que yo quiero como mitómano,es ser amado por la idea que usted se hace de mí. No por lo que yo soy.
Usted sólo puede amarme, si soy maravilloso. Así pues, voy a mentir yencerrarme en ese mito.
Nouvel Observateur: Es el caso Jean-Claude Romand, del cual se acaba de hacer la pelicula: “L’Emploi du temps”(“El horario”).
Boris Cyrulnik: Exactamente: “si por desgracia usted descubre la verdad, sabrá que no soy nadie. Y si no soy nadie, más vale morir: antesno vivía realmente, no se notará la diferencia.” Nouvel Observateur: Otro complemento de la felicidad es la fe. En un libro reciente del Daläi Lama13 se lee lo siguiente: “encuestas recientesseñalan que la fe contribuye de manera substancial a la felicidad ymuestran que la gente que está animada por la fe, cualquiera sea, engeneral se sienten más felices que los ateos. Según estos estudios, la fepermite afrontar mejor la vejez, los periodos críticos o los acontecimientostraumáticos”. ¿Estos son hechos o bagatelas? Boris Cyrulnik: Creo que es verdad. Lo he escuchado muchas veces en mis treinta y ocho años de práctica. Y he leído muchos trabajos depsicología y de sociología que van en ese sentido. Por ejemplo, hay pocosdecesos de gente anciana durante las fiestas religiosas. Y después hayuna avalancha de decesos. Esto quiere decir que estas personas sonestimuladas: durante la fiesta, aún tienen el gusto por la vida –están acompañadas, hay rituales, todo es sensato–, estas personas esperan lafinalización de todo esto para partir. Igualmente en el grupo de trabajo que dirigimos con Michel Mancieux, hay creyentes que nos explican hasta que punto la creencia juega un papel importante en la resiliencia.
1 3 Daläi Lama. L’art du bonheur. Robert Laffont, 1999.
Pero no sólo la creencia religiosa es importante. En mi opinión, la creenciaen un bello proyecto de existencia –creer en el hombre, por ejemplo–produce los mismos efectos.
Nouvel Observateur: En el ejemplo de personas ancianas, ¿qué es lo importante: la religión o los ritos sociales que rodean a la fiesta? Enotras palabras, ¿no perdió nuestra sociedad una de las llaves de la felicidad,al cambiar el lazo social de antaño por el anonimato de la sociedad urbana? Boris Cyrulnik: Cuando el lazo social es fuerte, es el mejor tranquilizante que hay. Pero también conocemos lo que provoca el excesode tranquilizante: el estadio 1 de adormecimiento. Uno cree que esconsciente y no lo es verdaderamente. Cuando el lazo es fuerte –conocíesto en una sociedad rural de mi infancia– uno está bien; se sabe quiénes quien y quién hace que: cada cual tiene atribuido su función. Está elpayaso, el jefe, el experimentado, el agitado. El grupo del pueblo teníauna función homeostásica; se autoequilibraba. Cuando alguno moría, elgrupo se reacomodaba y otro tomaba su lugar.
Todo eso era muy tranquilizador. Era una sociedad violenta, precaria, pero no había angustia. Ya que había un grupo, había solidaridad. Peroestos fuertes lazos formaban un caparazón cultural que ahogaba lapersonalidad y encerraba a la gente en funciones fijas. Nuestra sociedadmoderna es más flexible –se puede cambiar de mujer, de oficio, de país, de idioma–, la personalidad se desarrolla mejor. Las mujeres y los hombresse arriesgan en la aventura de la personalidad, mientras que antes ellassólo eran productoras de niños y ellos eran anexos de la máquina. Pero Nouvel Observateur: ¿Francia, contrariamente a Italia, España o Irlanda, no paga el hecho de haberse obstinado en deshacerse de todosesos ritos, esas fiestas, esas tradiciones que resaltaban la vida y le dabansentido? Boris Cyrulnik: Y que estructuraban la personalidad. Cuando trabajo con los niños abandonados, algo me impacta: no tienen recuerdo de superiodo de aislamiento. Unicamente puedo contar mi vida, cuando he compartido acontecimientos con alguien. Solo, no tengo más que vacíos.
Los recuerdos íntimos, llamados también autobiográficos, son en realidadrecuerdos sociales. Una gran parte de mi mundo íntimo está estructurado por acontecimientos que usted ha denominado “tradicionales”. Estoy constituido por esos ritmos sociales, familiares, los cumpleaños, etc. Elrito es el órgano de la coexistencia. Ahora bien, nuestra sociedad destruyelos ritos familiares y sociales: las fiestas de la Madre y de la Navidad sonlas dos cimas del suicidio. Hay que encontrar un substituto. Pienso quees a la cultura a quien le corresponde proveerlo.
Nouvel Observateur: ¿Cómo llega la felicidad a un niño? ¿Es una disposición innata o un talento que le es inculcado? Boris Cyrulnik: Cuando un niño nace, vive en un mundo de percepciones. Si su entorno parental le proporciona percepciones que leprovoquen un sentimiento de bienestar –y tal vez de felicidad– veremosal bebé desarrollarse, sonreír, dormirse fácilmente, explorar su mundo.
Entre más se siente seguro, más se apega (es decir, se une) y mejorexplora su mundo. Y los niños no apegados, son, ya sea centrados en simismos o se vuelven fóbicos: un cambio de alimentos, un rostro nuevo,los asusta. Esta ontogénesis funciona desde muy temprano.
Luego, el mundo del niño es penetrado por sus percepciones. Su estado íntimo depende del estado de su madre, el cual a su vez depende de supropia historia. La madre es una encrucijada. Si su marido la hace feliz,ella transmitirá lo mismo a su hijo. Si la sociedad los hace felices, ellostrasmitirán lo mismo a su hijo. Y estas no son elucubraciones. Hemostrabajado con diferentes grupos de niños libaneses durante y después dela guerra del Líbano; niños cuyos padres eran depresivos, otros cuyospadres no lo eran, niños de libaneses que vivían en París y un grupocuyos padres habían sido asesinados y que se apoderaron de buses parafabricar una vivienda. Tenían entre 6 y 14 años. A estos niños, les hicimosun seguimiento y aún lo hacemos. Ellos se desarrollaron mejor que losque tenían padres ansiosos. La explicación es simple: los hijos de padresansiosos están sumergidos en la angustia, la tienen incorporada. Los niñosque estaban solos, aprendieron a formar un clan entre ellos. El jefe calma,ya que uno se somete a él. Sabe todo, es uno grande: tiene 14 años.
Estos niños no se socializaron mal. Pero los que se desarrollaron mejor,evidentemente, fueron los que estaban en París con padres gentiles y Los recién nacidos son impregnados por las percepciones, los niños más grandes están estructurados por las representaciones de sus padres.
Anteriormente dijimos: la felicidad es una representación. Pues bien, si se ama a alguien, si uno está “atado” a esa persona (es una buena palabra), uno habita sus representaciones. Y si esas representaciones sondinámicas, felices, nos hablará alegremente, creará un mundo sensorialque desarrollará en nosotros la probabilidad de la felicidad. Después dela adolescencia, cuando nos opondremos a nuestros padres para continuarnuestro desarrollo, nos corresponde a nosotros elaborar nuestro propioproyecto, trabajar en nuestra felicidad o en nuestra desdicha.
Nouvel Observateur: ¿Es así como, desde la infancia se construye Boris Cyrulnik: Eso es. Antes de la llegada de la palabra se adquiere una aptitud para amar y establecer relaciones que hace que uno tengamás o menos posibilidades de encontrar o de crear situaciones felices.
Nunca es el 100%, es una tendencia no una fatalidad.
Nouvel Observateur: ¿Desde pequeños los niños tienen un “capital felicidad” parecido a ese que los dermatólogos denominan “capital sol”? Boris Cyrulnik: ¿Que podrá dilapidar o hacer florecer? Se puede de decir eso. A la edad de un año el 65% de los niños han adquirido unamanera segura de amar: es una tendencia a buscar la felicidad. Mientrasque un niño de cada tres, tiene un apego inseguro, es decir, esquivo,ambivalente, confuso. He visto cantidades de niños así. Algunos se hanrecuperado, pero sin embargo tienen una tendencia a encontrarse más fácilmente con la desdicha que con la felicidad. Después dicen: “no hetenido suerte”. Pero no es una cuestión de suerte. La felicidad se elabora,y la desdicha también. Es un andamio, cada peldaño cuenta. Es un proceso dinámico. Si un peldaño falta, se puede reconstruir de otra manera. Sepuede pasar por otras vías.
Escribí una crónica en La Recherche sobre un muchacho que sufre de una encefalopatía grave. Se mueve con dificultad, tiene un retardo de lenguaje. Es enviado a una Institución, no está escolarizado, se le habla como se le habla a un muchacho lisiado. Un día alguien, no se por quécircunstancia, lo coloca frente a un computador. Comienza a escribir.
Poco a poco, se descubre un mundo prodigiosamente rico que él no podíaexpresar, ni con la palabra, ni con los gestos. Recupera su retraso escolar en pocos años y obtiene una maestría en Filosofía. Acaba de escribir unlibro: Un dialogo con Sócrates. Este muchacho, a quien le faltabantantas cosas, ha desarrollado una parte de sí mismo que ha creado una Nouvel Observateur: Para recapitular, la felicidad no es un objeto que se pueda atrapar; la felicidad se construye en el tiempo y en elintercambio.
Boris Cyrulnik: En el compartir. El intercambio es un término comercial. Compartir es un término creador: vamos a hacer un niño,compartamos los placeres y las preocupaciones, vamos a hacer una casa.
El intercambio es un placer inmediato. Compartir, es vivir juntos en loque se ha creado. Exige el encuentro de dos mundos mentales, por lotanto el conflicto, que es creador.
Nouvel Observateur: ¿Solo no se es feliz? Boris Cyrulnik: Solo, nada puede desarrollarse. Los niños rumanos que hemos visto en la televisión, estaban sanos: cerebro sano, biologíasana. No sabían hablar, hacían sus necesidades sobre ellos mismos, yaque no conocían la alteridad. El hombre es una especie viviente constituidapor la alteridad. No puedo ser yo mismo sino hay otro. Incluso la bipedia no es posible si no hay un grupo: ésta es un factor cultural. Muchos delos niños abandonados caminan en cuatro patas. Y cuando llega la palabra,se crean mundos intersubjetivos, construcciones de representacionesverbales con combinaciones infinitas.
Nouvel Observateur: La felicidad es un objetivo, no un estado.
Boris Cyrulnik: El paraíso es un lugar imaginario. Uno lo busca. De la misma manera la felicidad está ligada a un lugar metafórico: Cythere.14Hay que partir en su búsqueda. La felicidad no es un deber, aquí y ahora.
Si está aquí y ahora, se trata entonces de la felicidad de los farmaceutas:del prozac. Pero cuando el efecto se disipa, esta felicidad desaparece.
Para encontrar la felicidad es necesario de una aventura: desatar lasvelas y navegar.
1 4 Nombre dado a una antigua isla del mar Egeo, en donde Afrodita tenía un templo

Source: http://campusdepaz.es/sites/default/files/archivos%20Art%20comunidad/Las%20Laves%20de%20la%20felicidad.pdf

ohiorehabcenter.com

Intravenous Lidocaine Therapy Many people with chronic pain have a condition known as central pain syndrome. Central pain syndrome is a neurological condition caused by damage to or dysfunction of the central nervous system (brain and spinal cord). This syndrome doesn’t come on by itself; it is a consequence of a number of other conditions such as fibromyalgia, multiple sclerosis, t

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